Antes mencioné la importancia del desarrollo del observador. Si los vínculos son los espejos en los cuales miramos aquello que vinimos a aprender –por ejemplo, el control de las emociones y de la mente–, en la medida en que desarrollemos el observador y nos miremos sin la necesidad de que nos espejen desde afuera, el vínculo podrá pasar a ocupar un lugar muy diferente en nuestra vida. Ya no nos sentiremos atados a los demás con la necesidad del espejo (pensando que si no tenemos el espejo no nos podemos ver), porque, si ya aprendimos a mirarnos desde nuestro propio eje, el vínculo no precisará cumplir esa función. Podremos experimentar la maravilla de estar ligados y unidos a la gente, pero no pegados. Así concurrirán otros factores para agruparnos, tales como las tareas que habremos de realizar en conjunto.
—”Pasamanos a la Conciencia” de la Lic. Silvia Kamenomostki
Dónde conseguir el libro: Aquí