Es muy probable que en las primeras encarnaciones hayamos tenido poca o ninguna conciencia de la existencia del alma. La experiencia de tener al comienzo un cuerpo físico, energía vital y una mente incipiente fue seguramente la causa de que no percibiéramos siquiera el velo que nos recubría, ya que estábamos especialmente abocados al aprendizaje del uso de esos instrumentos.
Tengamos presente que ese velo, que se encuentra entre el alma y el instrumento terrestre, cumple una función protectora. Estar aquí en la Tierra viviendo la experiencia de devolución-evolución es tan particular, en cuanto a entrar en la dualidad y en la inconsciencia, que recordar un espacio tan puro y tan distinto es una vivencia que debió de ir sucediendo en forma progresiva para que pudiera ser gradualmente integrada a este plano.
—Ticeap®
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