Partiendo de una mirada amorosa, podrá observarse todo desde una actitud compasiva y libre de juicio. El observador estará atento a todo lo que hace, siente, dice y piensa, sin juzgar, sin intentar cambiarlo en un principio y sin expectativas ni exigencias. Este trabajo va posibilitando ver los apegos que aún existen respecto a determinadas actitudes negativas, aunque el adulto sepa que son destructivas. Y, finalmente, se nos mostrará cuánto placer negativo se obtiene haciendo lo que se hace, aunque quizás no sea fácil reconocerlo. La razón por la que no hay que intentar cambiar, en un primer momento, lo que estamos observando es que, cuando lo hacemos, ya le estamos dando una connotación negativa, o sea, estableciendo un juicio. No buscamos cambiar una actitud, sino disolver el patrón, y es a partir del vacío posterior como se crearán nuevas conductas trascendiendo las anteriores. Si podemos permanecer en la observación el tiempo suficiente, sin intentar manipular, descubriremos el aprendizaje que oculta esta negatividad y el patrón irá perdiendo fuerza. De este modo, con amor y paciencia, estamos dándoles a nuestros aspectos menos evolucionados la oportunidad de crecer e integrarse al resto de la personalidad adulta.
—«Pasamanos a la Conciencia» de la Lic. Silvia Kamenomostki
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