Esto es posible porque el terapeuta puede disponerse a que su propia Alma irradie a la de quien consulta, y de ese modo favorece la comunicación en este último entre su Alma, su personalidad y su cuerpo físico (podríamos decir que eso es lo que suele llamarse “ser canal”). Ello resultará de gran ayuda aun cuando no se despliegue el movimiento con demasiada conciencia para el paciente, en especial en la primera etapa del tratamiento.
—”Pasamanos a la Conciencia” de la Lic. Silvia Kamienomostki
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