La práctica de la meditación implica el atravesamiento y el entrenamiento de dos fases previas, y ellas son: El enfoque y La concentración. El enfoque se consigue poniendo la atención, la conciencia en un punto, un objetivo, en un tema, una cualidad a explorar, un conocimiento que se desea obtener, una pregunta, un pedido de guía, un mantra, en un chakra, en una imagen, etc.; mientras que la concentración se consigue manteniendo el enfoque ininterrumpidamente cada vez por más tiempo. En una práctica continuada y exitosa de la concentración se pasa al estado meditativo en donde la persona deja de tener actividad mental y simplemente pasa a otra experiencia. Establecer un foco de trabajo hace que se optimice la experiencia y se evita una vivencia disgregada, errática o vacía.
—De la Lic. Silvia Kamienomostki
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