En esta ocasión quisiera intentar desarrollar la experiencia del presentir. A diferencia de la anticipación que pertenece a un orden mental y son ideas que pueden o no estar acompañadas de sensaciones vitales el presentir es del orden vital y se ubica dentro del principio intuitivo.
En este escrito voy a desarrollar el pre-sentir tomándolo particularmente como las sensaciones que pueden aparecer sin causa aparente, ligadas o no a pensamientos y que están muy lejos de ser irracionales en su más profundo sentido de la palabra . Estas sensaciones se encuentran básicamente ligadas al sistema nervioso y se expresan como sensibilidad que aparece en el cuerpo físico con o sin conciencia del significado de aquello que se está sintiendo .
Los pre-sentimientos podrían ser más bien a-racionales, en particular, cuando en apariencia no se encuentran las causas de su aparición; lo que bajo ningún aspecto significa que no las tengan. Con esto quiero decir que aquello que se experimenta no es irracional por el hecho de no estar asociado a ideas o a hechos concretos y visibles. Me parece importante ubicar el presentir en otra zona de la experiencia, más bien como una intuición precaria que no alcanza a tomar una forma consciente, concreta y visible en quien lo siente. A la vez, es notable como profundizando en las causas de las impresiones presentidas se alivian o se reducen las molestias y se manifiesta una calma interior. Hallando las causas se podrán entonces vehiculizar acciones conducentes que también contribuirán a atenuar o incluso a disolver las sensaciones que provienen de estos anuncios y malestares dándole una dirección a esta energía.
Es importante destacar que la sensibilidad sin conciencia es una experiencia que puede incluso llegar a ser abrumadora y/o vergonzante. Sentirse mal aparentemente «por nada» puede incluso hacer sentir a las personas inadecuadas, cuando no locas. Entonces lo que podrían ser informantes claves se pueden volver incluso un tormento inexplicable. Por ejemplo: muchos de los pacientes que consultan en la clínica médica por «síntomas» que no se corresponden con cuadros clínicos y son enviados al psicólogo tampoco encuentran en la Psicología tradicional el espacio en donde legitimar estas experiencias como fuente interna de información no ayudando a su correcta decodificación fuera del orden mental inconsciente y personal.
Es entendible que a un ser mental, como lo es el humano, la falta de «explicación» para lo que le sucede resulte ampliamente desorientadora y desalentadora. Pero es importante tener en cuenta que dado que el hombre es un ser de transición de lo mental a lo espiritual consciente estas sensibilidades se corresponden con el alumbramiento actual del nuevo ciclo evolutivo del alma, el advenimiento del principio intuitivo y que con su presencia lo informan. Como todo lo que amanece, se inicia, las sensaciones comienzan por ser algo vagas. Parecen más bien las puntas del iceberg evolutivo que asoman anunciando otro principio en la evolución consciente, el principio intuitivo aun cuando en muchos casos comienza por mostrarse de forma tosca, rudimentaria e incompleta.
Los pre-sentimientos lejos de ser solo experiencias raras o de discomfort se constituyen en señales que muestran un camino del conocimiento que no viene de la mano de la actividad mental tal como la conocemos hasta ahora sino de la mano de las almas, de niveles mentales superiores y son guiadas por el propio Espíritu. Las más de las veces estas sensaciones vitales afectan al cuerpo físico. Es decir pueden ser incómodas y superficiales produciendo hormigueos, frío, calor, descargas, rigideces, tensiones y/o dolores, o pueden ser más intensas llegando a producir irregularidades funcionales y/ u orgánicas de variada gravedad. Las positivas se revelan como alegría, mayor energía disponible, bienestar sentido en el cuerpo, sensación de aire más puro, etcétera. Es notable la posibilidad que podemos tener de distinguir las sensaciones vitales de las emociones más ligadas a la mente (en rigor de verdad ellas se encuentran a mitad del camino entre la mente y las sensaciones vitales).
Si las personas tienen control sobre sus emociones o bien las han trascendido, la distinción es clara. Se puede registrar lo que está sucediendo en el cuerpo sin que se sienta, miedo, ira, etc. En el caso contrario, es decir cuando la persona es altamente emotiva, ambas se potencian hasta producir incluso resultados contraproducentes. Si en cambio la persona distingue emoción de sensación tiene mayores posibilidades de trabajar sobre ellas en calma y buscando reconocer el origen de esta respuesta vital. Es decir, puede investigar el estímulo que las desencadena. Cabe destacar que el origen puede incluso no ser personal, puede ser externo y/ o colectivo. Externo en el sentido de poder estar sintiendo algo que sucede en el ambiente o bien algo que emana otra persona, por lo general próxima. Y puede ser colectivo en tanto puede estar informando de algo macro que está por suceder o que ya ocurre tales como eventos especiales, accidentes, catástrofes, movimientos del mundo invisible, etcétera. Puede incluso ser algo que se está preparando, que ya está sucediendo en otro plano de conciencia y que luego se plasmará aquí como hecho concreto y visible.
En estos casos es notable como con el advenimiento del principio intuitivo las personas conocerán, sobre todo en un comienzo, la fuente de expresión de estas impresiones de las formas más diversas. Especialmente sin buscarlas activamente desde la mente por sí misma. Se enterarán a través de un comentario, de una noticia, de un llamado telefónico y tantísimas otras formas que el mundo intuitivo puede utilizar para llamar nuestra atención. En la evolución de esta experiencia existen dos pasos que deberíamos tener en cuenta:
- A través de la percepción advertimos que algo está pasando.
- Esto solo no basta, esta percepción deberá complementarse con una acción productiva. Es decir advertir y operar debieran estar correctamente asociados.
Cuando solo advertimos que algo pasa y no hacemos nada con eso, nuestra posición es pasiva y nos deja a merced e impotentes. Quedamos a mitad de camino entre la ausencia tanto de explicación como de comprensión. ¿Cuáles son las conductas aconsejables en relación a estas sensaciones vitales?
- En primer lugar mantenerse en calma, si esto no sucede naturalmente aquietarse es fundamental.
- Luego debemos activar la conexión consciente con el alma. Si no hay paz, se produce algo así como un rechazo hacia el alma, una suerte de alejamiento (entre el ego y el alma) y la experiencia puede volverse aún más cruda.
- Por último, luego de habernos conectado con el alma debemos avocarnos a la búsqueda de conexión con los planos superiores de conciencia capaces de asistirnos y orientarnos incluso ayudándonos a comprender (no a explicar) aquello que está sucediendo y mostrando al mismo tiempo el camino que debemos tomar. Aquí también la creatividad es inmensa y puede conducir tanto a una espera activa como a acciones fecundas.
Esto que parece una receta simple y lo es, no siempre es fácil de lograr y puede requerir de un entrenamiento perseverante. Como es fácil de suponer estas acciones tienden a formar cadenas y a través de nuestra activación conjuntamente con la acción de Lo Alto iremos entrando en un continuo que nos dirigirá en el rumbo del despertar de la conciencia en el campo vital hasta lograr intuitivizarla completamente.
En relación a la comunicación consciente con el mundo invisible se puede ir pasando de experiencias aisladas a un incesante conjunto de vivencias de conexión y las propias «señales» que este camino tiene irán siendo cada vez más escuchadas por nosotros incluso haciéndonos prestar atención a los movimientos más leves. Como decía más arriba se pasará luego a otra forma operativa en donde el plano intuitivo se exprese directamente a través del campo vital personal.
Cuando estas experiencias con la sensitividad comienzan a aparecer muchas personas tienden a rechazarlas y/o negarlas, lo cual es entendible, ya que pueden resultar incómodas. Es decir, a veces, quisiéramos deshacernos de ellas y no siempre es posible y ni siquiera aconsejable en términos de la búsqueda de la evolución consciente.
La sensibilidad/sensitividad puede bien ser un indicador evolutivo. Lo que quiero decir con esto, es que las personas que no registran nada la pasan mejor, pero su conciencia está dormida. Convengo en que pasar de la sensibilidad semiconsciente a la sensibilidad consciente puede tomar un tiempo. Pero me parece importante resaltar que la sensibilidad que comienza por ser semiconsciente es un camino apropiado para ensanchar la conciencia. Es decir, aun pudiendo resultar molesta es índice de un despertar de conciencia en el campo vital. En los animales estas sensaciones constituyen un instinto desarrollado. Por ejemplo: huyen anticipadamente de ciertas catástrofes porque las “sienten venir”, no así los humanos.
La sensibilidad que se despierta en el humano está ligada a la conciencia y no solo al instinto de conservación. Es una manera de advertir acontecimientos independientemente de que amenacen nuestras vidas. Es una sintonía con frecuencias que están activas y operando, y que se sienten independientemente de la claridad que se pueda tener en relación a su origen y a su significado.
Como se verá: indagar, advertir, profundizar y atender a estas señales resulta indispensable para avanzar en el camino de la evolución consciente.
Cabe destacar que se puede pre-sentir tanto hechos negativos como positivos. Esto último desde ya que resulta más cómodo. Aunque muchas veces los hechos espirituales y cósmicos tales como descensos a este plano que sin duda son positivos y de gran ayuda para el planeta y los seres que lo habitan, pueden requerir asimismo de un ajuste vital y físico. Esto es, pueden incomodar en un principio hasta que se logra la adaptación a la nueva frecuencia.
Elevar la frecuencia de todo aquello que nos constituye no es una tarea sencilla. Ordenar la tribu interna y externa que somos requiere de una inmensa paciencia, y la fuerza para hacerlo proviene del profundo anhelo de la Evolución Consciente y del apoyo continuo e incansable de lo Alto que conoce el rumbo y lo ha decretado inexorable.
En el camino de la constitución del nuevo principio, el intuitivo, tengamos presente que deberemos practicar una espera expresada como paciencia activa ya que somos atravesados por infinitas variables y las experiencias para consolidarse necesitan, tanto de una actitud receptiva personal como de una sincronía con tiempos espirituales y cósmicos.
—Lic. Silvia Kamienomostki
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