El Alma nacional, por ahora la punta de un iceberg

Retomando lo que decíamos en artículos anteriores consideramos que es importante destacar y tener presente que los ascensos y descensos de la energía del Espíritu participan tanto en el momento de la experiencia de impacto como cuando lo álgido se disipa. Su emanación es permanente. Las más de las veces somos nosotros los que desconectamos de lo Superior y nos sumergimos tanto en el orden individual como en el colectivo especialmente cuando la dificultad decrece, se resuelve o se olvida.

Esto no es más que decir que la energía que nos sostiene en los momentos complejos sigue estando disponible para el planeta y las personas al solo hecho de impulsarnos hacia una construcción diferente.

De esto surge que no basta con quitarnos el “barro” de lo precario u oscuro, el desafío es tratar de ser capaces, partiendo de allí, de coconstruir realidades diferentes y superadoras en todos los órdenes de la vida, tanto en lo individual como en lo colectivo.

En las crisis que atraviesan a una nación lo que trata de emerger es el alma de ese país que también pugna por su propio desarrollo y realización. Indudablemente ayudan en este sentido los despertares y consecuentes desarrollos de los individuos, ya que conformando un anhelo compartido y extenso, las almas buscan poder conectar con el alma de ese país.

Cada país es diferente por múltiples razones, por su geografía, por su composición social, por su historia, por sus características culturales, políticas, religiosas y artísticas pero principalmente porque sus almas expresan lo diverso en el planeta. Cada una de ellas busca desarrollar algo que le es propio y sumarse al conjunto para realizar un mundo espiritual, superador del mental, en este planeta. Al igual que con las almas individuales las almas colectivas atraen experiencias que tienen originalmente la intención de promover el despliegue del viaje a lo que realmente somos.

Tal como sucede con los individuos inconsciente, semiconsciente o conscientemente se suele confundir el campo vital de un país (que también es distinto en cada uno de ellos) con su alma propiamente dicha. Este es un tema de absoluta importancia. La energía de lo Alto que se precipita al plano junto con la que emana desde debajo de la materia consciente pueden literalmente “enloquecer” al campo vital. De este modo se confunden fácilmente las pasiones nacidas de deseos, impulsos y ansias de poder, con la presencia de lo místico o del acercamiento a las Verdades. En síntesis, una vez más la distorsión se entroniza. Esto es producido y aprovechado por las fuerzas oscuras que toman a las personas y al colectivo actuando a través de ellas.

Imagino que leído este párrafo estamos todos sacando cuentas y poniendo en la lista aparentes buenas causas que solo están movidas por estos intereses. En mi lista podría empezar por los fenómenos que atraviesan a algunos deportes en donde es fácil reconocer qué los mueve a los fanáticos que se organizan alrededor de objetivos cuanto menos dudosos en altura. Podría seguir con otros tipos de fanatismo que pueden ser religiosos o aun políticos que repito no buscan el bien de los muchos sino de los pocos.

Hay un dicho popular que dice “que el que grita es porque no tiene razón”, quien se encuentra centrado tanto en el orden individual como colectivo en estado de ecuanimidad no necesita ni desea tener razón, anhela ver por detrás de los acontecimientos y no en lo que está inmediatamente detrás (qué intereses y de qué grupos se ponen en juego) sino en lo que está realmente haciendo que en superficie algo se manifieste. Me refiero tanto a estímulos luminosos como oscuros.

En ningún caso busca beneficios parciales sino el mayor bien del todo circulando amablemente en la diversidad. Siente respeto por los matices que lo aparentemente diferente suman.

Es fácil apreciar cómo tantísimas veces acciones bien nacidas se mezclan con lo oscuro o habiendo sido originadas por lo luminoso con el paso del tiempo (muchas veces incluso breve) la inconsciencia e ignorancia que portamos hace que se perviertan y las hay aquellas que claramente son infundidos por la ignorancia o la mala intención.

Podría escribir horas acerca de este solo punto pero prefiero enfocarme en resaltar que la única pasión que debiéramos aspirar a sentir es la pasión por lo Divino. Por lo que alcanzo a experimentar no solo es la pasión correcta sino que brinda la fuerza necesaria para realizar lo divino, con independencia de cuán largo sea el camino, su compañía hace posible incluso que perseveremos. Se trata de una fuerza vertical que guía y substancia la acción mientras que las demás pasiones trabajan horizontalmente resultando, las más de las veces, en que unos se vuelvan contra otros.

Muchas veces resulta más fácil buscar el alma colectiva tomando contacto con el arte, la música y la literatura de un país; ellos suelen expresar en forma más evidente algún rasgo suyo o el intento de hacerlo.

En cualquier caso, aun en los momentos en donde se vuelve más evidente su existencia, hablando de tiempos actuales, es apenas algo similar a un iceberg que si bien es imponente oculta la mayor parte de su extensión y majestuosidad a los ojos humanos.

– Por la Lic. Silvia Kamienomostki.

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