Empecemos por decir que advertir con exactitud el nivel evolutivo de las personas no es en absoluto una tarea sencilla y mucho menos precisa. Cuando hablamos de nivel evolutivo nos referimos al grado de desarrollo de un alma.
En términos espirituales se denomina Realización a grados divinos de conciencia adquiridos por el alma y por la personalidad. De este modo se habla de Realización mental, en donde la mente vaciada de sí misma se encuentra en un silencio estable pudiendo volverse espejo de niveles mentales superiores.
La Realización emocional supone la ausencia de emociones y la presencia de sentimientos superiores o más bien de un Estado de conexión bienaventurada y continua.
La Realización en el vital se logra cuando la vida del cuerpo, íntimamente relacionada con el sistema nervioso, renuncia a estar ligada al principio de la naturaleza y responde a principios superiores.
Y por último la Realización física entraña en primer lugar dejar de ser inconsciente de sí misma para luego buscar que la luz superior vaya ingresando en el cuerpo y así preparar la posibilidad de que otra materia (no animal) se manifieste, probablemente en lo que será una próxima especie.
Para que este camino se inicie primero se deberá poder separar la mente ordinaria de la mente intelectual con el fin de poder diferenciarlas. Esto se hace posible con la creación de un observador que comienza a participar de forma alternada (a veces sí y a veces no) hasta lograr su establecimiento permanente.
La Conciencia de ser un alma encarnada, en el sentido de la evolución, es un paso necesario. Hay muchos caminos que conducen a esta posibilidad. Hay quienes son conscientes de ser algo más que un cuerpo y una mente a muy temprana edad. Otros la van descubriendo gradualmente a través de preguntas que se hacen o bien participando de experiencias grupales que proponen esta búsqueda o por un despertar espontáneo que por lo general va acompañado de alguna experiencia mística.
Es menos frecuente, pero ocurre también, que la mente no tenga registro de un alma que rige y que aun así ella pueda expresarse razonablemente en una persona o bien pueda radarizar información extraplanetaria sin ser consciente entre la diferencia de los contenidos de su mente y aquello que conecta; incluso por desconocimiento puede tomarlos como propios.
O sea que básicamente la conexión puede intentarse a través de dos vías “la interior” y “la exterior”. La interior pasa por sentirse un alma, un Ser como dimensión diferenciada de su expresión terrestre en mente y cuerpo. Estas experiencias son crecientes y las más de las veces comienzan siendo bastante impuras y generan confusiones por mezclarse con nuestros deseos y pensamientos y es andando el camino que ellas se enriquecen.
La conexión exterior se produce con energías invisibles de muy diversa calidad. Es posible conectarse por ejemplo: con un “vecino” que desencarnó y luego de un amplio recorrido tener la experiencia divina propiamente.
Nunca se hará el suficiente hincapié en que debemos tener en cuenta que las primeras experiencias no son las últimas. Con frecuencia cometemos el error de tomar las vivencias iniciales como puras y como expresión de lo divino y raramente es así.
En este recorrido del despertar lo que comienza siendo un observador intelectual se va volviendo una presencia del alma.
Esta larga introducción, que aun así es un breve pantallazo de cómo funciona la multidimensión en nosotros, tiene como fin invitar a tener en cuenta esta amplia realidad a la hora de comprendernos y comprender a los demás.
Si bien, como se decía más arriba, es muy difícil conocer con exactitud el nivel evolutivo de los otros, vale la pena estar atentos y observar en dónde estamos y dónde están los otros en relación al viaje de la conciencia.
Para empezar propongo una diferenciación amplia: hay quienes están centrados en una conciencia individualista y se interesan casi exclusivamente por sí mismos, y hay quienes tienen una sensibilidad considerable en relación a lo colectivo. Desde ya que a lo largo de una vida esto puede desarrollarse.
Otra diferencia que quisiera nombrar es entre la conciencia colectiva mental que se rige básicamente por la ética mental cultural o religiosa y la conciencia que pueden desarrollar quienes despiertan a su condición espiritual.
En cuanto al individualismo o colectivismo diría que por ejemplo: a la hora de una elección presidencialista en un país democrático cómo elige a quién votar una persona. Por su puesto que las variables son muchas pero en este caso me gustaría hacer hincapié en que hay quiénes evalúan qué intereses personales pueden beneficiarlos y otros consideran lo que puede ser mejor para el colectivo social.
La capacidad de empatía profunda con lo colectivo está dada principalmente por la presencia del alma en nosotros. La mayor parte de las personas son almas encarnadas pero la distancia desde la cual participan en el instrumento terrestre es variable. No es lo mismo que esté “arriba”, “detrás”, “por delante” o “dentro” nuestro. Y desde ya que eso determina la calidad de los instrumentos terrestres. Es decir si rige la mente, el vital o el alma en nuestra manifestación aquí.
Vale la pena destacar que la evolución en este planeta es una experiencia heterogénea tanto en lo externo como en lo interno.
En lo interno suelo decir que más que una persona somos una tribu ya que estamos compuestos de distintas vibraciones que conviven en nosotros o al menos lo intentan con diferentes grados de éxito, en cuanto a la armonía que logran. Tenemos una mente ordinaria, que ordena y ejecuta; otra mente emotiva que se exalta o atemoriza; emociones, vínculos, campo vital, cuerpo físico, alma y Esencia divina.
En lo externo sucede otro tanto y predomina en la dirección de una sociedad, grupo, institución, empresa, nación una suerte de promedio y de ciclos por los cuales las experiencias evolutivas colectivas van pasando según lo que estén intentando desarrollar.
Es difícil aunar objetivos mentales, diría que en un sentido estricto no es posible. Tantas mentes haciendo, las más de las veces, ruido ni siquiera pueden pensar correctamente. Y no desarrollo aquí las ambiciones personales que por ahora resultan dominantes y son precisamente emblemas del individualismo.
Entonces, el objetivo bien puede ser buscar la armonía en la tribu y que se vuelva equipo reconociendo la jerarquía correcta, buscando seguir su guía, si aún no se expresa en forma directa. Esto por su puesto aplica tanto al orden de lo interno como a la acción externa.
Cuando hablaba más arriba de la Realización me refería a los progresos individuales y para que ellos se manifiesten en una civilización, por su puesto, que debe haber unas cuantas personas avanzadas en el camino (la tan nombrada masa crítica).
Resulta muy importante manifestar respeto por el nivel evolutivo de los demás, en ambas direcciones, hacia los que están más avanzados en el camino y hacia los que parecen estarlo menos.
Tengamos en cuenta que muchas veces cometemos errores al tomar la impresión del grado de evolución de los demás. Ciertamente no se aprecia por posición social, ni intelectual.
El nivel evolutivo solo se puede reconocer con el alma y requiere de un gran entrenamiento. Para ser capaces de comunicarnos en forma espiritualmente efectiva nuestra tarea debe ser la de buscar elevarnos cada vez más para así contribuir con la Evolución Consciente.
Este es sin dudas el camino para el hombre y para ello tiene aceptarse como especie en transición de la mente al alma y del alma al Espíritu con la intención de caminar el plan Divino. Es solamente así que la experiencia actual cobra sentido.
-Por la Lic. Silvia Kamienomostki
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