Los impactos y la evolución consciente

La Humanidad entera está atravesada por distintos impactos, que como la propia palabra lo dice, en su mayoría tienen la intensidad suficiente como para que el planeta, los países y las personas se sientan sacudidas.

La mayor parte de esta Humanidad está traspasada por la perversión. La perversión se inicia en la mente, generalmente por ambición de poder personal y luego se expresa en las acciones, todas ellas depredatorias, que concurren al cometido de intentar saciar deseos de poder a cualquier precio.

Las perversiones que se subrayan en este ciclo son el hambre, el narcotráfico, el tráfico de armas, la trata de personas, el tráfico de órganos, el control de las comunicaciones y muchas más. Estas expresiones atraviesan la mayor parte de los gobiernos y cuando no están directamente enquistados en ellos, con su accionar, impiden la posibilidad de que los gobernantes hagan su trabajo. Las fuerzas oscuras son las que realmente detentan el poder.

Las reglas que originalmente trataron de organizar nuestra sociedad, en apariencia, tal vez aun reinen pero ciertamente no gobiernan.

De acuerdo a la filosofía y religión hindú estamos transitando la era del Kali yuga y esto supone el ciclo de mayor oscuridad en el desarrollo humano. Se cree que esta era antecede al salto evolutivo que se producirá una vez que esta concluya.

El principio mental que es el que rige actualmente a la mayor parte de la Humanidad tiene como característica, quizás la más importante, la división. Creemos que somos individualidades separadas de los demás y por lo tanto las más de las veces estamos separados y opuestos.

Una de las leyes de este principio es la dualidad y es a través de ella que avanzamos o retrocedemos. Siendo este el motor de la mente se producen eventos “negativos”, que se manifiestan en un gradiente que va desde los contratiempos a las calamidades. Su función es “denunciar” la imperfección y promover la búsqueda de la perfección. Pero resulta que la Perfección no se encuentra dentro de este principio.

Como parte de la experiencia de este final de ciclo que estamos viviendo se va produciendo la ruptura con este principio y el acceso al principio siguiente que es de naturaleza espiritual. Lo nuevo no se rige por la lógica sino por la “experiencia”.

Dicho de otra manera, estamos asistiendo a una Revolución Evolutiva que con su fuerza no hace más que mostrarnos los límites del principio mental actual que inicia su declinación o quizás su reubicación. Digo reubicación porque dejará de ser protagonista para ser instrumento, ubicándose más adecuadamente en el orden jerárquico.

Uno de los indicios más potentes de esta Revolución Evolutiva es la conciencia que cada vez más personas tienen de ser almas encarnadas, cada vez más desidentificadas, en relación a la identidad, de sus propias mentes.

¿Por qué pese a tantísimos intentos de solucionar los problemas humanos nada se resuelve plenamente? Porque según las leyes Universales nada se transforma dentro de un mismo principio sino que lo hace cuando recurre a la manifestación de una ley superior.

Transitando la agonía de este principio se hace cada vez más difícil, observando linealmente la realidad, saber quién o quiénes tienen razón, por la sencilla razón de que ni aun en el mejor de los casos hay quienes la tienen en forma completa.

Desde la Evolución se apoya al “menos malo” o al que en algo se acerca a la verdad mayor para impulsarnos en la dirección correcta.

Una de las guerras que vivimos es la de seguir insistiendo en querer tener razón, en cualquier esfera, pese a la evidencia de ver adónde nos viene llevando esta costumbre. Otra mala costumbre es enardecernos con facilidad, con lo cual, en lugar de emplear correctamente nuestra racionalidad, descendemos en la escala evolutiva y nos volvemos más animales.

Volviendo al tema de los impactos, cuanto mayores son y a mayor población afectan, se impone la necesidad de un análisis que excede al lineal, e invitan a buscar una comprensión espiritual.

Las explicaciones por sí mismas no alcanzan a la hora de comprender por qué algo sucede en algún momento y no en otro y principalmente el efecto que tiene. ¿Cómo es que “alguna” gota rebalsa el vaso y de cierta manera que incluso puede sorprender?

Ciertamente hay una conjunción de por lo menos dos factores, una necesidad colectiva más una respuesta de lo Alto que responde del modo que nos puede resultar más útil (con independencia de nuestra opinión, que en principio se muestra contraria, en el sentido de que casi nunca es bienvenido el impacto que producen dichos acontecimientos).

Creo que en la Argentina actual esto es evidente. De pronto algo sacude que por un lado rasga el estado hipnótico y por otro, como consecuencia de esto mismo, se produce el despertar de la conciencia de lo colectivo, en grados variables.

Más arriba mencionábamos el poder que tiene lo que es mayormente invisible en este mundo visible. Los impactos ayudan a visibilizarlo. El punto es que para avanzar, visibilizar o denunciar no resultan suficientes, aun cuando es una etapa imprescindible. Lo deseable, evolutivamente hablando, es poder gestar algo nuevo, iniciar una construcción que busque trascender lo corrupto (que es mucho, casi todo). Menuda tarea…

A estas alturas si bien un principio intelectual correctamente instalado puede resultar útil, también resulta ser insuficiente. Es con el apoyo consciente de lo Superior que una coyuntura como la actual podrá trascenderse.

Resulta en parte alentador ser un poco más conscientes de lo que sucede pero de ninguna manera, como ya se dijo, es suficiente. Darse cuenta y no accionar en consecuencia es quedarse a mitad de camino. Esto resulta evidente retrospectivamente porque nos resulta fácil apreciar que martillazos hubo muchos y avances reales pocos, por no decir ninguno.

Cuando decimos acción nos referimos a una acción inspirada por lo que está más allá de la mente, en sus múltiples formas de expresión, a lo cual se accede de muy diversos modos y pudiéndose alcanzar, a su vez, distintos planos.

A esto hay que agregar que para que prospere fuera de nuestras individualidades debemos sumarnos como almas y no sólo como mentes, que además suelen ser mentes emotivas.

Trabajemos para que lo que son inicialmente tragedias puedan volverse motores de evolución consciente tanto individuales como colectivas.

-Por la Lic. Silvia Kamienomostki

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